Thursday 20 November 2014

Ay que bien mis campanas repican…

Como siempre que se muere uno con guita y/o títulos, los halagos que convierten las banalidades mundanas en grandezas y virtudes a destacar se multiplican por cualquier medio de comunicación meseteño (sea de la orientación política que sea). Es muy nuestro. Por desgracia y tristemente, nada nuevo.

Sin embargo yo querría destacar un acontecimiento que sí es digno de mención en la vida de este vetusto y anacrónico personaje (por si alguien no lo había notado... hablo de la Caye de Alba, o Doña Fitz-James Stuart para los amigos), el primero y, dicho sea de paso, quizá el único. A saber: la trajo al mundo Gregorio Marañón mientras su padre charlaba amistosamente con  Severo Ochoa... Eso si que es nivel socio.

El resto de haz(patr)añas que se le han ido atribuyendo a lo largo del día de hoy distan mucho de ser dignas de elogio. No veo la rebeldía ni el feminismo en el hecho de inflarse el careto de silicona… Ni una inteligencia sobrehumana por no haber lapidado una fortuna del copón por la que no hizo más que nacer (y hasta eso se lo pusieron fácil en semejantes manos). O en el hecho de haber creado un imperio empresarial basado en la explotación de terreno regalados (y trabajadores) a costa de subvenciones de diversos organismos políticos nacionales e incluso supranacionales.

Cualquiera en su situación, en definitiva, podría haber seguido los mismos pasos. Cualquiera podía haber sido Cayetana. Sólo había que nacer duquesa. La genialidad, la creatividad, la innovación y lo personal de su huella brillan por su ausencia. No entiendo las portadas en los diarios y los 10 minutos en los homónimos de estos que empiezan por tele. Estas cosas, como siempre me sobran. Sobretodo, por cierto, si los domingos por la noche retrasmites Salvados en tu canal. No casa. 

Por lo demás, descanse en paz.