Que una dieta rica en productos Burgerkingnianos afecta seriamente a la salud cardiovascular era de sobra conocido. Lo que
no lo era tanto es que también hiciera estragos en la salud mental. Me explico:
El artículo de hoy de El País titulado “La expulsión de dos gais provoca una
rebelión en un ‘burger’” relata como
en el lujoso restaurante madrileño “Burger King” de la Plaza de los Cubos
(conocido por lo selecto de sus comensales y las exquisitas formas y refinados
modales que los inquilinos se gastan en el susodicho local… lo digo por
experiencia propia) tubo lugar un espeluznante y extremadamente desagradable
incidente. A saber:
Resulta que unos enamoradizos chavales de
18 añetes, ante tan select@ (por igual) público y experiencia extrasensorial
culinaria, decidieron (seguramente abrumados por la embriagadora sofisticación
de la atmósfera) dar rienda suelta a sus sentimiento y demostrar el amor que
profesaba el uno por el otro en público. Un matrimonio que allí se encontraba
(con nenes y todo) encontró tal atrevimiento fuera de lugar y, preocupados por
el nefasto ejemplo que para sus retoños (de LDL>200 e IMC por encima del
percentil 99) y de paso los del resto del local, que el espectáculo podría
suponer, decidieron llamar a la autoridad competente de lugar que, acudiendo
raudo y valeroso a la escena hizo bueno lo de “aquí tu eres el King” y
pretendió acabar con semejante desfachatez expulsando a los atrevidos
jovenzuelos por el bien de las nuevas generaciones.
Siendo serios podría uno interpretar que
lo que ralamente ocurrió es que, jodidos por no
poder vislumbrar la diferencia física entre los dos apasionados seres
(los dos tenían pene) el entumecido lóbulo frontal de los inquisidores involucrados
no supo interpretar la escena como una muestra de amor, sino como un acto
repugnante y digno de ser ocultado a los menor presentes (pobrecitos míos) y
decidieron obrar en consecuencia.
Lo mensajes que me gustaría mandar a los involucrados son los
siguientes:
-A la familia: lo que es un mal ejemplo para vuestros
pequeños y ateroescleróticos mocosos no son la muestras de cariño de dos
chavales del 18 años, sino que los llevéis a cenar al Burger King. Niños…
siento los padres que os han tocado.
-A la autoridad competente: no tengo nada que decirte socio.
Los grasientos vapores que inhalas a diario en dicho lugar son los causantes de
la encefalopatía que padeces, que es la
responsable de que tu entendimiento quede mermado hasta tal punto como para creerte
con la potestad de coartar los derechos de las personas de esa forma. Se te
debería caer el pelo (si aún te queda), pero de verdad. Aunque seguramente te declaren inimputable
por enfermedad. Si. Mental.
-A los chavales: entiendo vuestra reacción, pero la próxima
vez un poco más de huevos, por favor.
-A el matrimonio y los manifestantes: ¡Gracias!
En estas líneas ironizo sobre lo ocurrido,
pero en verdad lo hago para canalizar la poca puta gracia que me hace el darme
cuenta de lo a flor de piel que está aún la intolerancia entre algunos. Por
otro lado me alegra ver la reacción digna de elogio de muchos otros.
A lo que iba: Moraleja… el Burger King mejor ni olerlo.
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