Son muchas las ocasiones en la que he podido discutir
sobre este tema con locales y foráneos en los casi 10 meses que llevo en este
país. Todos saben que algo raro hay (ninguno muy bien el por qué), a muchos el
tema en cuestión les parece una oportunidad para que los estudiantes puedan
sacar dinero, los más pseudoenterdos (hay muchos, como en todos los lados)
intentan sacar a relucir su lado más progre y te sueltan una ristra
interminable de cifras e ideas más masticadas que la pipa de Popeye (pero muy
poco digeridas) que no se cómo mi cara de “¡qué me estás contando mi chic@!” no
les disuade de seguir un minuto más con tamaña farsa intentona. Pero… ¿Cuál es
la realidad social detrás de esos “trabajos”?
La verdad que lo de trabajar 40 horas al mes (sin
retenciones) y sacarte unos 400 euros “limpios” mejora el poder adquisitivo
(PODER Y ADQUISITIVO) de los estudiantes, que, encima, gozan de una enseñanza
universitaria completamente gratuita (hablo de Baden-Würtemberg). Pero… ¿qué
pasa con el común de los mortales que lidian con este tipo de contrato?
Pues lo cierto es que se dice y se comenta que
alrededor de 8 millones de trabajadores sobreviven así en Alemania (no me he
molestado en comprobar las cifras pero el caso es que son un copón). Esto es,
groso modo, el 10% de la población alemana. Según la Oficina Federal de
Estadística, en septiembre de 2013 la población activa alemana contaba con 42,1
millones de efectivos (entre teutones e inmigrantes). Lo que quiere decir que
el porcentaje de población activa que tiene un “minijob” viene a ser (ni más ni
menos) del 20 %.
Cosas a saber sobre los “minijob”: la empresa no se
encarga de tu seguro de salud (estás fuera de la bolsa de la Seguridad Social),
tampoco gozas de seguro de desempleo, ni cotizas pensión…
Recapitulando: tenemos un 20% de la población activa
que trabaja, teóricamente, (supongo que en la realidad será algo menor el
número) sin seguro sanitario, sin seguro de desempleo, sin cotización para
pensión… Algunos son estudiantes sí, pero muchos son también inmigrantes o
pobres a los cuales se les mantiene CONSUMIENDO sin prácticamente ningún
derecho laboral. Se genera una casta de parásitos sociales que interesa,
sobretodo a las empresas (por lo barato de la mano de obra) y también al estado
(porque los parámetros macroeconómicos no dejan de crecer; este sistema se
basa, al fin y al cabo, en el consumo). Pero nadie parece advertir (o si, pero
es que como estoy tan agustito como en España hace 6 años pues yo que sé… ¡Me
suena!) el problema social de fondo, el eterno retorno de la precariedad
laboral. Pero claro: si el objetivo es competir con China, no hay otra que trabajar
como chinos. Repito: No hay otra. Esa es la receta alemana que tan bien
funciona y que a los más liberales de nuestros políticos y empresarios les
produce tanto placer. Bueno… para no caer en la demagogia decir que no es lo
mismo exportar 2 toneladas de Mercedes-Benz clase E que 2 toneladas de tomates.
Pero en el fondo, no es otra cosa que precariedad teórica para un porcentaje
muy elevado de la población.
No interesa sacar a la gente de la marginación, de la
parasitación. Lo que interesa es que consuma, que mantenga a flote el sistema
comprando. Tú sigue en tu gueto que nunca saldrás de allí pero, eso sí, podrás
comprar todos los días. No en Edeka o Rewe, donde las frutas, verduras y
hortalizas suponen 1/5 del tenderete. Pero si en Penny, dónde hay calabacines,
cebollas, tomates y lechuga y el resto es mierda. De los tan vanagloriados
productos BIO te olvidas, porque con esa cantidad de dinero no te da para
comprar salud ni conciencia ecológica. ¡Te jodes!. Luego tendrás enfermedades
propias de los pobres en países ricos (obesidad, HTA, problemas respiratorios…)
y además sin seguro médico, sin pensión… ¡Qué putada! Pero es que tus hijos
también las tendrán. Si. Por que habrás canjeado una plaza de guardería para tu
hijo por los X euros al mes que te ofrecen por “educar y enseñar” a tu camada
en casa, porque ¡mire usted! no hay plazas de guardería para todos y hemos
pensado que, mejor, la enseñanza a esas edades, para los que no necesiten esos
X euros al mes. Al fin y al cabo, para ser productivo no hace falta
interactuar, mezclarse con otros tan pronto. Tú quédate en tu gueto y compra
eso que no sabes que es mierda porque nadie te lo ha dicho desde pequeño (y que
nadie te dirá). Pero compra.
Todo esto se consigue con ignorancia política, a la
cual creo yo muy ligada a la comodidad y seguridad económica. Y… como decía
Bertold Brecht: “El analfabeto político es tan
burro que se enorgullece y ensancha el pecho diciendo que odia la política. No
oye, no habla, no participa de los acontecimientos políticos. No sabe que el
costo de la vida, el precio del poroto, del pan, de la harina, del vestido, del
zapato y de los remedios, dependen de decisiones políticas. No sabe que
de su ignorancia política nace la prostituta, el menor abandonado, y el peor de
todos los bandidos que es el político corrupto, mequetrefe y lacayo de las
empresas nacionales y multinacionales".
No quiero que se entienda esto como una crítica
personal hacia lo alemanes, a los cuales admiro en muchas cosas y lo cuales me
han tratado, hasta ahora, estupendamente. Yo, como Correa: “Critico sistemas.
No personas.”